Cuando te traigas la caza,
de tus tardes elípticas,
yo nadaría.
Deseo, como tú, gambas rayadas.
Y un bien común, universal,
que escapa a toda comprensión.
Estupidez, la normal.
Sonatas a media noche
de una garganta cascada por el tiempo.
Y esos puños heridos... ¡Uf!
Cuando vuelvas a casa,
yo no sé cómo tendré la osteoporosis.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.