jueves, 7 de noviembre de 2013

Pequeños Performers

A veces,
me dejan darles clase.
Y aquellos que me reconocen al entrar
corren a sentarse en primera fila.
Y yo les escucho, y sonrío,
y les enseño cosas
maravillosas.
Y entonces,
una espina se clava en mi corazón
y me atraviesa el alma de cántaro,
quedándose ahí a vivir.
Porque sé por experiencia
que en el futuro
no importará una mierda
que sean gente fantástica.
Que lo único que les va a valer
es el número de amigos que tengan.
Y me gustaría gritarles:
¡Salid al mundo y ampliad vuestra red de contactos!
¡Conoced a todo el mundo!
¡Que vuestros padres entren en sectas!
¡Multiplicáos!
¡Apuntáos al club de tenis!
Por Dios,
apuntáos al club de tenis.