lunes, 21 de diciembre de 2015

a la protección del señor de la guerra local


Le debemos nuestras tierras,
nuestras personalidades
y nuestras escasas virtudes.
Nos advierte su periódico:
que no se os ocurra pestañear,
no sea que se ofusque con uno de nosotros
y se nos acabe el chollo 
Bien recogiditos,
los siervos,
trinan que trinan,
gorgotean,
esperan a que les caiga una migaja.
Por él hemos luchado tanto tiempo...
que hasta nos duelen los pies.

viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Como vosotros?

Yo podría gritar sin emociones.
Unirme al torrente de voces relativas
descargando decibelios contra la realidad,
sin sentir nada.

Yo podría cantar sin música.
Acoger entre mis brazos cada una de vuestras historias
y abrazaros por los pasillos,
haciendo piruetas con vuestros sentimientos.
Si fuera necesario, delante del director.


Yo podría quejarme sin descanso,
mirando a mi único ombligo, consultándolo con fe.
Adaptado tan solo a mi realidad,
doctorándome en mezquindades comunes
como el resto de la gente,

Y nada de todo eso cambiaría
las huellas de mis pies planos.
Ni la inspiración artística que siento,
por necesidad perentoria,
cada vez que exhalo.

Soy un ave de ciudad.
Busco tendederos con ropa limpia
sobre la que defecar.

martes, 1 de diciembre de 2015

SEA CAFRE

Han dado comienzo los magníficos cursos que nos brinda, una vez más, la excelsa Federación Nacional del Trampantojo y la Chiclana.
En esta edición se propone el crecimiento personal como objetivo prioritario. Los socios podemos, tras asistir a todo el ciclo, dar rienda suelta a nuestra personalidad, libre de todos los condicionamientos sociales a los que estamos sometidos.

El primero de los cursos a los que hemos podido asistir nos invita al cafrismo. Esto no es una ideoligía, un movimiento, ni una forma de peinarse. Cualquier persona que se proponga ser feliz puede tratar de evolucionar a cafre.
Aquel que llega a ser verdaderamente cafre, descubre su potencial real, sin cortapisas.
El hecho de ser cafre, además de un modo de vida perfectamente válido e incluso bello, una obligación para con uno mismo. No cabe la impostura. El cafre lo es íntegramente. No cabe el descanso, el cafre lo es constantemente. No cabe justificarse, ni pedir disculpas. El cafre alcanza el estado de ser superior. Y, como tal, está obligado a comportarse.
Oliver Oliver nos ha impartido un fabuloso taller en el que hemos podido descubrir los medios para poder desarrollar todo nuestro potencial.
El cafre ya ha pasado por etapas anteriores, atávicas, del individuo. Dejó atras a los que simplemente prejuzgan, a aquellos que no se atienen a normas de convivencia elementales, e incluso a los que creen estar en posesión de la verdad. Ser cafre es mucho más.
No cabe prejuzgar a los cafres pues, aunque pudiera parecerlo, no es una vida fácil. No somos (nada más empezar a intentarlo, ya me considero un buen cafre. ¡Ésa es la actitud!) compredidos. No somos fáciles de tratar, ni estamos socialmente aceptados, como otros movimientos más hipócritas.
El señor Oliver nos enseña, pues, a llevar a cabo un gran avance personal tratando de comprender nuestras esencias. El autoconocimiento, la autoestima y la autocomplacencia como método consciente de búsqueda de la felicidad personal. Lo único que importa es uno mismo. Lo demás es contingente.
Por último, el gran maestro Oliver, nos conminó a que fuéramos cafres siempre. Que lo aprehendiéramos como nuestro modo de vida. Lejos de tomarlo como una moda, o una forma de intentar evitar las fiestas que se avecinan, su propuesta trata de ser perenne.
Les dejo con esta hojita-resumen que nos dieron a la salida del evento, que resume nuestra forma de actuar, y que puede ser de gran ayuda a todos aquellos que estéis empezando y no sepáis por donde seguir, os vendrá muy bien.


Más adelante les iré anunciando o reseñando los otros cursos comprendidos en esta serie. Si alguien está interesado en el que comento, puedo pasarle los apuntes que tomé durante el mismo. Están rodeados de caricaturas de los asistentes y dibujos de cuerpos desnudos, pero yo creo que se entienden bien.

Permiso para abordar

Cien céfalos de almoinara,
disponen en toda ración
de asunto que recorrer.
Dábase ante lo liquidado
una mancuerna olvidada.
Y griten:
Distingan brazos de uñas,
decaigan las uvas,
ataquen los vivas.
De acuerdo para cantar
viejas chanzas de misterio.
Para todo consejo adherido
existe un buen complemento.
Garrafas de sosa caústica
risas de niño, de luciérnaga,
de ratón pirenáico.
Y todos, juntos,
cogidos de las manos,
dancemos en coro
rodeando la gran hoguera.

miércoles, 21 de octubre de 2015

El gran crownfunding (primera parte)

En una muestra sin igual de fe en el reciclaje, de aplicación de la idea de compartir, alguien ha dejado un montón de revistas de cotilleos en los buzones de la finca. Aficionado a las cosas gratis aunque no sean de interés, el arquitecto ha recogido muchas de ellas, llevándolas al bar donde le esperábamos. Así, el arquitecto, Pascual y yo, reunidos esa tarde sin dominó, hemos tenido de qué hablar.
A partir de ojear las preciadas revistas, entre cervezas y risas por lo bien que les quedaban los bigotes a los famosos, hemos descubierto una en la que aparece el archiduque. Es un ejemplar de hace unos diez años. En él, nuestro amigo posa en una casa solariega, inviándonos a husmear en su domicilio. A juzgar por su inmueble y por su todavía incipiente calvicie, eran buenos tiempos. 
Al ver que me quedaba parado en una sola página, Pascual me la ha quitado de un tirón de las manos. Como no me ha hecho gracia, he reaccionado como un niño pequeño intentado recuperarla, forcejeando con Pascual para dominar la revista. Tal ha sido la fuerza, que se ha roto de manera sagital.
Al partirse en dos mitades, hemos caído al suelo con nuestra parte en las manos con la suerte de quedar a la vista, semitroceada, una ficha técnica del propio archiduque. En ella, indicaba que su cumpleaños estaba muy próximo, cosa que ninguno de nosotros sabía o quería recordar.
¿Qué le podíamos regalar? ¿Qué le puede gustar más que nada al achiduque? ¿Cuál podría ser el regalo perfecto? Sin duda alguna, una de sus mayores y menos apreciadas manías es la de  ponerse constantemente por encima de los demás. Buscando siempre la diferencia a su favor, por mínima que sea, para alimentar su ego hambriento.
La pregunta era: ¿realmente queríamos hacerle feliz ese día? o mejor, ¿seríamos capaces de apechugar con todo lo que conlleva un archiduque subidito?
Nos ha llevado una caja de cervezas llegar a la conclusión de que la amistad está por encima de nuestras personalidades y de nuestros derechos civiles. Así que, entre abrazos, hemos decidido llevar a cabo el plan.
Hemos organizado un crownfunding. Todos los vecinos del barrio que han querido participar han aportado oro que tenían por casa. De las joyas de la abuela, de las chonis, e incluso algún anillo de compromiso roto. Lo hemos fundido en la caldera de la vieja fábrica de marmitas, cuya alarma sigue sonando todos los días a las siete de la mañana sin que nadie haya podido nunca desactivarla.
El oro ha sido derramado en un molde de cerámica con forma del regalo, una corona.

El día de su cumpleaños estábamos todos los contribuyentes al regalo. Casi se cae al suelo al sacar su corona de oro de la caja. Con aire solemne, se la ha puesto. Todo ha cambiado en él. Ya os contaré.

lunes, 5 de octubre de 2015

En mis uñas os dejo el alma

Cada idea,
cada cuento,
cada trazo,
cada mierda,
es una herida en el papel,
y en vuestra comodidad,
que algunos creen innecesaria.
Cada dolor es una estrofa,
cada risa
y cada uno de los gruñidos del alma,
callos auriculares desgastados
en el yunque
de la creación.
¡Tened cuidado, perros,
no os vaya a salpicar una esquirla!

lunes, 14 de septiembre de 2015

Fase 3.5

Vamos haciendo profundos cambios.
Ya hemos aprendido todos a tocar la flauta. La ciudad chirría con nuestras disonancias. Resulta insoportable para cualquier cerebro ordenado. ¡Todo es tan bello!
Los camiones blindados que antes pasaban por los bancos a recoger dinero ahora van con hombres armados recogiendo mierda y vergüenza generadas por las mismas instituciones. Es muy valiosa en otros países. La cambiamos por bananas.
Y cuando nos rodearan los lobos, darles un golpe en la nariz con nuestras botellas de agua, para que se caigan con la espalda en el suelo y se queden moviendo las patas hacia arriba, como hacían los leones de safari, sin poder volver a levantarse. Hasta que se pixelan y desaparecen poco a poco.
Es la nueva sociedad, una ilusión. Un continuo inclasificable que nos lleva por fin al estado ideal. O eso creemos.
A las 21:15, empieza la cena de sobaquillo. Hago ajoaceite para todos.

sábado, 1 de agosto de 2015

Mala reentrada

Como una cucharada de mahonesa
que inunda to paladar
y llega a tu epiglotis.
Como contubernio
que con suerte y tiempo
se disipa entre la niebla.
Como un balón intragástrico,
diseñado por los mejores
para llenar de aire tus vísceras
y tus ideas.
Así es el verano.
Tiempo de calor,
de sudar solo para continuar vivo.
De despertar de la siesta de golpe.
Sin saber donde estás,
sin saber qué ha sido de tí y de los tuyos.
Jadeando y chorreante,
con los sentidos embotados.
Deseando, por momentos,
haberte quedado
en la órbita donde estabas.

viernes, 31 de julio de 2015

De academias

Los profesores son nativos, dice el cartelito. Así que entramos y nos matriculamos porque estamos hartos de que todos los profesores de inglés no tengan ni puta idea de ningún otro tema. Sabemos que, dada su condición, nos podrán contagiar su filosofía, sus cosmovisiones, su mística y esas cosas raras.
Así que acudimos los cuatro, Pascual no quería pagar por ir a clase pero le invitamos entre todos para no romper el continuo de estas historias, con las más grandes alegrías y la mejor predisposición.
La señorita que llega al aula es rubia, y no lleva lanza ni escudo.Y nos enseña a decir que es un día lluvioso, o con niebla. Pero no nos enseña a invocar la lluvia, ni a transformarnos en nuestro tótem.
A la salida de la primera clase, en la cerveza de rigor, llegamos a la conclusión de que no le vamos a dar más que esta semana de oportunidad para enderezarse.
Y que, se ponga como se ponga, nos va a enseñar a danzar y tocar las percusiones. Así que pasamos toda la noche tatuándonos espirales con pinchos y confeccionándonos unas faldas de plátanos. Íbamos a ponernos platos en los labios, pero cuando Pascual se ha sacado un par de dientes con una llave inglesa, todos nos hemos echado un poco atrás.
En la última oportunidad para la academia nos presentamos de esta guisa. Cuando nos pregunta dónde hemos dejado los libros y cuadernos que nos dio, empezamos a bailar a su alrededor. Es ahí cuando nos damos cuenta de que se nos ha olvidado la olla. Abandonamos la clase para poder traerla y así cocinar a esa sucia imperialista paliducha. A lo que la secretaria reacciona bajando la persiana de la academia.
Ya en el bar, más calmados, llegamos a la conclusión de que tenemos que denunciarles por publicidad engañosa. Así que miramos en las páginas amarillas, buscando un abogado nativo de verdad. Y un dentista, por supuesto.

viernes, 24 de julio de 2015

Cuando vuelvas
el veinte por ciento
de mis células
serán totalmente nuevas.
Pero yo seré el mismo.
Te seguiré queriendo.

martes, 30 de junio de 2015

La reforma del 6º

El portal anda bien ajetreado últimamente. Montones de ladrillos y maderas esperan pacientes y apilados su turno para subir al sexto piso.
El vecino policía por fin se ha metido en reformas para construir una sala de tortura como Dios manda. Y ese evento, por supuesto, no va a quedar impune en la comunidad.
Ya el primer día, el vecino de la puerta uno, nos advierte que no han puesto ningún cartón en el suelo del ascensor. Y que lo están haciendo mal desde el principio. No sabe cómo va a acabar esto. Yo le contesto que tan solo estoy haciendo fotos de gente sudada trabajando, y del proceso creativo. Pascual dice que está curioseando. El arquitecto calla y mira para otra parte. Acaba de abrirse una lata de cerveza agitada y ésta lanza burbujitas al tiempo que chista ruidosamente al vecino ladrador.
Pronto empiezan las percusiones. Los martillos rompen y tiran estructuras que no sirven para el proyecto posterior. El kioskero DJ nos ha instalado unos micros y unos altavoces en la terraza. Todo el barrio se ve involucrado en los golpeteos y serrajes.
Al final del segundo día, el vecino de la puerta uno, nos advierte que, al marcharse, no se han llevado  el cartón que han acabado poniendo ante sus quejas. Y que todo es una guarrada y un desastre. Yo finjo una llamada telefónica del trabajo y salgo fuera del portal, en busca de cobertura. Todos asienten y me bendicen mientras cruzo la calle hacia el bar.
El tercer día comienzan todavía más pronto. El DJ ha estado jugando con el revert del equipo de música y el sonido resultante es todavía más aterrador. Los perros del segundo piso y el de Pascual tienen ganas de suicidarse. La anciana del séptimo sale de casa, para un taxi, y no vuelve a ser vista en lo que resta de año.
Tras la destrucción, llega la construcción. Tabiques, yesos y esas cosas que pueden durar meses. Ahorraré esta parte que es la más conocida por todos los que hayan sido vecinos alguna vez.
Están descargando el material que sirve de aislante sónico para la habitación, la silicona para pegarlo y unas tachuelas de pega que quedan muy bien en este tipo de habitaciones. Como no saben de qué manera aplicar la silicona, le piden consejo a Niko, que se encuentra en la cafetería. Pascual se pone a jugar con la silicona mientras les explica a los paleta hasta que el propio Niko le da un sonoro capón.
Y, por fin, la parte más glamurosa. La del diseño de interiores. Es cuando los mirones entran a dar su opinión. Que si esa columna con argollas enmedio, no. Que si de esta otra manera se aprovecha mejor el espacio. Que si el panel con los utensilios quedaría mejor en esa pared, enfrente de la camilla... Todo opiniones infundadas de gente que no ha torturado en su puta vida, dicen el arquitecto y el dueño de la habitación.


Cuando los demás duermen
yo me encaramo al palo mayor
a ver las auroras.
Cuando los demás hablan con sus codos
yo callo y escribo,
les veo danzar y discutir.
Yo siempre abro el portal
al señor de la publicidad
por si tuviera algo que decirnos.
Salgo despeinado de casa
para cazar el mayor número de ideas flotantes
en mi maraña de electricidad estática
y deglutirlas luego en casa,
con tiempo.
Pero no hago nada, aparentemente.
Soy un vago, todos lo sabéis.

jueves, 4 de junio de 2015

Carne de cordero añojo

Apostados
en lo alto de la tarima
nos diponemos a francodisparar
a todos los que vengan por el desfiladero.
Les matamos las vergüenzas,
les quitamos de encima los elogios vanos.
Les hacemos chichinas desde nuestra atalaya
pues, en breves momentos,
ven desfilar toda su vida.
Cuestionamos
la indolencia que les hizo pasar por allí,
uno tras otro, en rebaño.
Pese a haber visto
como caían sus predecesores.
Y les regalamos
para que apliquen en sus vidas
las soluciones salinas de los goteros
de la uci mental a la que se exponen.

Alrededor de una hoguera,
sentados con las piernas cruzadas,
compartimos todos la experiencia vital.
Y a los que sobreviven
les cantamos.
Y a los que no se decantan
les cantamos.
Y a los que ya no lo cuentan
les cantamos.

viernes, 22 de mayo de 2015

Viernes tarde

Viernes por la tarde en el bar. No hay fútbol ni tonterías, por lo que nos han dejado la radio municipal como hilo musical mientras jugamos al dominó y los camareros se echan una siesta tras la barra.
La partida evoluciona favorablemente. Todavía nadie ha gritado a nadie, ni se han reabierto viejas heridas del pasado viernes. Todo fluye de manera poco normal. Los errores son perdonados, los aciertos se celebran tranquilamente. Puede que lleguemos a jugar dos partidas.
Tan concentrados estábamos que casi no escuchamos las noticias de actualidad de los atascos. Para esa misma tarde se ha previsto uno monumental en la entrada oeste de la ciudad. Al punto que se han trasladado una serie de  reporteros para hacernos llegar las noticias en directo. Se hace el silencio. Nos miramos entre nosotros con una sonrisa incipiente. En cuanto uno se mueva, estaremos todos perdidos. 
De súbito, como accionados por muelles entrenados para desalojar, cada uno se lanza a realizar una acción. El archiduque recoge las fichas. Yo voy a la barra a despertar a pedir la cuenta. Pascual despierta al camarero tirando las copas que quedaban a medio beber y el arquitecto aparece con el mocho. Nos vamos.
Cada cual en su coche, y Pascual en el camión, sintoniza la radio municipal, arranca, y conduce hacia la rotonda. Bajamos las ventanillas y gritamos consignas e insultos. Vamos a salir de la ciudad y, rodeándola unirnos al gran atasco desde el kilómetro veinte.
El viento mesa nuestros cabellos al incorporarnos a la circunvalación. Las risas se oyen desde el barrio. 
Atrapados en el embotellamiento, llamamos a nuestros conocidos para que se nos unan. Pues, con  las prisas y la emoción, se nos ha pasado. Y a las grúas de los seguros. Para ser entre todos el mayor número posible de vehículos.
Y somos felices. Participamos de una gran masa que se mueve cual anaconda digiriendo un cabrito.
En la radio anuncian que la policía se va a poner en las rotondas y semáforos a descongestionar el tráfico. ¡Bien! El atasco durará siglos.

martes, 19 de mayo de 2015

Sin duda alguna, los días en los que lo dejo cargando y no recojo el móvil hasta las once, son los que mejor comienzan.

Semana electoral

Es primavera, o eso nos venden.
Y los colegios se llenan de cabinas electorales
y las plazas de toros  bullen de capullos
que se insultan mutuamente.

Me dan alergia.
Os dan alegría.

Pretenden convencernos.
Hacen los deberes a última hora
como el estudiante reservón
que vive la vida a su ritmo.
Se presentan directamente a la recuperación
sin haber ido a clase
ni entregar los trabajos del curso.

Me dan alergia.
Os dan alegría.

Y estarán sus lacayos el domingo,
tratando de ver qué papeleta agarras.
¡Qué bien prende la tinta electoral!
Desplegando por el aire las promesas
de la lista de  representantes.

Tan aficionados a la mierda,
que pagarán justos por pecadores.
el día que los colguemos de sus propias corbatas
en el viejo olmo.

lunes, 18 de mayo de 2015

El buen técnico, la máquina mejor.

Por fin nos arreglan la tragaperras. Vuelve uno de nuestros vicios principales. Otra manera de tirar nuestro dinero tontamente, junto con alquilar oficinas en bajos comerciales, pagar impuestos y...
Un hombre bueno, sencillo, con camisa de cuadros, ha venido a principio de tarde para salpimentar nuestra partida de dominó y volver a darnos felicidad. Seguro de sí mismo, pero no demasiado, no hasta el punto de llegar al descuido, con una mirada cálida ligeramente atenuada por sus gafitas de analista, y dispuesto a todo, ha llegado nuestro héroe. A desmontar lo que hubiera que desmontar. A repararlo sin duda, ni miedo. Con sus propias manos.
Ha descargado su caja de herramientas y se ha encaminado a la barra, ha saludado alcamarero, pedido un cortado y se ha sentado en una mesa a cierta distancia de la máquina. Revolviendo sin mucha concentración mientras, desde su posición, escrutaba a su paciente. Se ha tomado su tiempo, ni que decir tiene que Pascual, que era mi pareja al dominó, se ha tenido que ir a pegarle puñetazos a una farola porque no aguantaba la tensión de la espera.
Resuelto el tema de la cafeína, ha abierto la máquina y ha comenzado a desgranarla. Nos hemos arremolinado a su alrededor, a intentar comentar cada uno de sus movimientos, darle ideas, solucionar problemas que no sabía que tenía, etc.
Ha sido un combate memorable. El técnico lo ha dado todo. Se ofrecía una y otra vez, desplegando sus amplios conocimientos de electromecánica. Y la máquina, enrocada en su esquina, luchando por no volver a trabajar, aguantando estoica cada retoque y cada golpe de destornillador.
De cuando en cuando, el hombre bueno cerraba la compuerta y echaba una moneda de cincuenta céntimos. Para comprobar con tristeza que su esfuerzo no era suficiente. Nosotros le jaleábamos. Le secábamos el sudor de la frente y le acusábamos lo bien que estaba trabajando hasta el momento. Indicándole todas las pequeñas cosas que había solucionado hasta el momento, para que no tirara la toalla.
Tras la tercera bebida isotónica, el técnico ha vuelto a embestir con toda su determinación. Ha cambiado unos relés y, con actitud casi chulesca, ha cerrado de nuevo la compuerta e introducido la moneda. El tintineo y luciferio han vuelto a llamar nuestra atención. Hemos sacado a hombros al buen señor y lo hemos acompañado hasta su furgonetita, no fuera que lo atraquen. Todos hemos brindado, reído, cantado. Hemos bailado hasta el amanecer, como lo requiere la ocasión.
Por fin nos arreglaron la tragaperras, ya tenemos donde tirar el dinero.

jueves, 14 de mayo de 2015

Chamán

Y áun hoy, cuando vemos al chamán bailar,
totalmente enloquecido
en trance mediático,
ninguno de vosotros cuestiona
si se trata de un cantamañanas
con déficit de cariño,
un aprovechado hiperlocuaz
o tan solo un viejo loco.

Todos bailan con el chamán.
Todos le jalean y le veneran,
le piden consejo a pies juntillas,
le hacen palmas con las orejas.
Todos quieren que les toque,
que les bendiga con su hálito de las cavernas.
O, mejor, que les escupa o vomite encima.

Yo apenas recuerdo su idioma
ni creo en sus cuentos de brujas.
Y no alcanzo a comprender
que tenga una casa con piscina
en las afueras de la aldea.

miércoles, 22 de abril de 2015

Mermelada de impávidos

Sonríen.
Pese a la angustia,
la frustración,
la injusticia,
la largamente aceptada
denigrancia.

Pese a todo ello,
están bien tranquilos
pues nos tienen bien atados.

Si nos portamos mal,
nos castigan sin internet
o sin huevo kinder.
Y hay límites de los que no debemos pasar.
No hay reacción resultante,
ni choque de fuerzas,
ni asalto final a sus laboratorios sociales.
¡A la mierda la ciencia y esas patrañas!
¡A la mierda la ética, las artes y esas pavadas!
¡A la mierda el solsticio, hombre ya!

En la retaguardia
tienen mejores máquinas de café.
El día que tenga ganas de andar,
lo mismo comienzo algo.

domingo, 19 de abril de 2015

¡Estoy rodeado!

Llega el alba,
cuando los pájaros exóticos toman el sol
el la gran jaula esférica.
Los autómatas antorpomorfos
libran de nuevo la lucha
que nunca llegarán a ganar.

Entre réflex, bostezos
y batidos de proteínas.
La repetición,
siempre la repetición.

Al alba, insisto,
los autómatas buscan a su manera,
entre sus cuerpos curtidos,
y la quema de molestos carbohidratos,
que no les gustan.
De paso, salir del gran grupo,
desmarcarse del resto de las heces de Dios.
Tener algo que enseñar
en sus sucias, vacías vidas.

Persiguen un canon de belleza euclídea,
un sinsabor aséptico,
una lesión incapacitante,
un motivo para que alguien,
entre la chusma irracional,
los mire.
¡Quién sabe!

Si alguno de ellos intentara,
alguna vez, sonreír
¡o cantar!,
la sociedad, tal vez...
Sin embargo, se miran de nuevo al espejo
y se dicen que lo están consiguiendo.

lunes, 13 de abril de 2015

Se equivocan

Se equivocan.
Dan la vida por nada.
Dan la vista por nada.
Dan la nada por nada.
Y luego reclaman
sin pedirle cuentas al rey,
sin enfrentar miradas a los agresores
saturando las oficinas de objetos perdidos.

¿He dicho que se equivocan?
Y no tengo manera educada
de indicaros
que me aburren.
Miro por la ventana.
El viento
mueve las antenas de los coches.
¡Quiero mi chaqueta!
¡Ahora!

martes, 24 de febrero de 2015

Me he salvado (a Benedetti)

Hoy me he duchado sin peine
y he corrido sin música,
he sembrado sin letras
y he comido sin fe.
Me he marchado
y he salvado los muebles.
Y he sembrado sin cielo,
he comenzado sin peine,
he bebido sin miedo
y he gastado sin sueldo.

Un día, para mí, normal.
Porque he corrido sin sueño
y he almorzado sin rumbo,
me he curado sin miedo
y he reservado del mundo
tan solo un rincón tranquilo... ¡¡¡POR SUPUESTO!!!

Y he vuelto sin prisa
y he pisado sin pelo,
me he afeitado sin cuento.
Y me he quedado inmóvil, esperando salir en la foto.
Y me he salvado.
Sí, querido Mario,
me he salvado.
No he podido evitarlo.

Lorelei


martes, 17 de febrero de 2015

Café en zona acotada de tiendas

No importa que todavía no esté abierto el propio centro comercial, ni ninguna de sus tiendas. Tanto turistas como consumidores compulsivos se las apañan para burlar la seguridad y visitar los escaparates aún cerrados en los que se reflejan los musculosos más madrugadores. Éstos que comprueban mirándose constantemente si funcionan los batidos ricos en proteínas que van ingiriendo.
El único café abierto tiene todas las mesas llenas de gente que no consume nada. Abducidos mientras miran en pantalla gigante los vídeos de cantantes jamonas. Sonriendo, sin hablar entre ellos. Ni siquiera por mensajería instanténea. Los pobrecillos.
En un momento dado, todo comienza a llenarse de adolescentes que hacen fuchinas. Y de ancianos insomnes que salen del cine. De la sesión prematinal. Una futura mamá se encuentra por fin con la correspondiente futura abuela. Estaba nerviosa sin motivo. 
Desaparecen los musculosos. Y llegan las encargadas de tienda a por sus cafés. Siempre cansadas, pues nunca llegan a objetivos, aunque lo dan todo. Con sus coletas y sus bolsos. Y sus parcialmente olvidados sueños de grandeza. Ya lo pagarán con alguien.
Nadie aquí parece mala gente. Solo nadan a favor de la corriente. No más.
En eso, se escuchan unos berridos provenientes de garganta infrahumana. Pascual me ha visto y se acerca a mi mesa, tropezando. Yo le saludo y guardo la libreta en el bolso. A cada paso que da, derriba una mesa.

jueves, 29 de enero de 2015

Las paredes
del lavabo de esta cafetería
son exactamente iguales
a las de la última nave
en la que fui abducido.