miércoles, 31 de diciembre de 2014

Los modelos

Debate,
saludo,
débito.
Si una sola poesía surgiera,
si un solo retrato del natural,
de la deglución de un café
en lugares públicos
bien ganado estará el alquiler
del tiempo,
de la taza,
del aura.

Diábolo,
adoquín,
bandoneón.
Queda, no más,
agradecer al resto
por su bendita indiferencia,
su belleza, su miseria,
su amor a los dispositivos electrónicos
y su absoluta falta de curiosidad
a fin de salvaguardar
el trabajo del artista.
¡Vivan los cafés!
¡Vivan los desayunos populares!
¡Vivan las tarifas de datos infinitas!

viernes, 19 de diciembre de 2014

Los consentidos

A machete, comentario y sonrisas
nos deshacemos de vuestros andamiajes culturales
convertidos en telas de arañas.
Nos llaman los consentidos
porque no nos importan las migas,
ni los cuentos de hadas,
ni los aparatos receptores de ondas audiovisuales.
Porque aún nos queda en la vida
mucho que reír,
muchos abrazos que dar.
Salimos siempre pronto,
volvemos tarde.
Y, a mitad, estamos...
¡por ahí!
Nos llaman los malcriados
porque sabemos reducir nuestras vidas
a no cruzar siempre por el semáforo,
a no ofender de manera inconsciente,
a no sentir vuestros miedos,
ni el frío por las mañanas.
A no perder nunca la ocasión de cantar.
A tener una canción para cada momento.

martes, 16 de diciembre de 2014

Ayer

De entre todo el último ciclo,
fue ayer el día.
Como una distancia sin calibrar,
como una escalera mecánica detenida,
como un boleto de rifa de jamón,
a todos se nos pasan cosas por alto.
Ayer recordé que sí,
que todavía soy invencible,
que tan sólo me lo estaba pensando.
¿Llegaste tarde
o te fuiste pronto?
No sé.
Todo en esta vida,
absolutamente todo,
es en su momento.
Cuando llegue la noche
y salgan las hienas,
espérame.
Tengo abrazos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Dábalos, ideas para todos,
junto a lágrimas de colibrí.
Ésta es mi exposición partida,
mi destino, mi pasado.
Nada ni nadie tratara de acabar,
primos,
con ninguna de mis sandeces,
de mis picores.
¡Cantemos todos a coro
un estribillo famoso
inoculándole nuestro veneno!
¡Disparemos al viento
nuestras semillas!
¡Que, por fin,
se reconozca oficialmente
nuestra inutilidad!
¡Masticad!
Masticad, malditos.