miércoles, 28 de abril de 2010

Tipos de zombis: el inepto.

La señora de la ventanilla de Hacienda era una inepta, de las de verdad. Se sacudía mis palabras sin esfuerzo y cumplía con sus horas de permanencia, pero no con su trabajo. De las que no les importa su interlocutor, de las que saben que, hagan lo que hagan, al día siguiente volverá a amanecer.

El inepto nace y se hace. Muchos vienen así de fábrica.  Con la práctica mejora, pero también se contagia. Si un inepto te atrapa, se puede quedar con tu alma, y te conviertes en inepto, como él. Aprendes ineptitud de tu maestro hasta que te ve preparado y te deja volar, recorrer tu propio camino. 
La ineptitud es aferente y eferente. Sale del inepto y se expande por el universo. Pero también se retroalimenta. El inepto aprende, mejora. Potencia su ineptitud por el uso y la experiencia. Por medio de los sentidos observa a otros ineptos.

Los ineptos caminan por la vida cometiendo sus tropelías, sin rendir cuentas a nadie, sin que su conciencia les reprenda. Están condenados a ejercer las veinticuatro horas del día. Son estoicos.

El verdadero inepto es modesto. No admite su ineptitud de manera pública ni privada, ni siquiera ante las más altas instancias. Nunca verás a un inepto parloteando su ineptitud, pues no son teóricos, son gente inepta, que se dedican a hacer el inepto en todos sus registros.

El inepto no se diferencia del pobre ser humano común en nada apreciable por su físico o su apariencia. El barrendero, el señor mejor vestido y tu vecino de la puerta de al lado podrían ser ineptos.

Atendiendo al tiempo que llevan ejerciendo, el inepto puede ser cosechero, crianza, reserva o gran reserva.
Atendiendo al potencial, hay ineptos cosecheros muy dignos, y hay crianzas que pueden codearse con ineptos gran reserva y no desentonar.
Un inepto gran reserva tiene mucho mérito, porque ha mantenido su ineptitud durante muchos años, y no ha dado su brazo a torcer.

Dos buenos ineptos inspirados pueden colapsar el tráfico de mi ciudad durante unas cuántas horas. Más ineptos bien organizados tienen potencial infinito. Muchos creemos ser ineptos, queremos serlo. Pero no somos válidos, no tenemos talento suficiente.

sábado, 24 de abril de 2010

Son los mares

Pio pio vola celo.
Etella billa lo leo.
¿E u dabo, lo teno?
Y empe oeía maa,
a guá i iero o epo caío,
u eno en a nano.
¿On a tao, i ando?

Ao, ao, e aó.
Ta ien,
y ao e azón.

Uuuuuuuuy!
(Pienso que esto de estudiar pa logopeda me está afectando de verdás)

viernes, 23 de abril de 2010

Ni al recreo quiero salir.

Suena el timbre y, entre empujones, salimos todos al recreo. Cunde el pánico al no ver hoy los cochazos, los narcotraficantes no han podido venir.
Unos niños se agolpan en la valla, zarandeándola, con la mirada perdida. Otros se echan las manos a la cabeza, o se pegan patadas entre sí.
¿Habrán sufrido un accidente? Por lo menos, con los maravillosos coches que ostentan, no tendrán daños corporales... Es nuestro consuelo. Tal vez deberíamos llamar a los hospitales.
Un grupo se dedica a seguir a los peatones que rodean el colegio, medio imatándolos, medio implorándoles algo. Más de uno se lleva un buen susto.
¿Habrán sido apresados? No es tampoco extraño, dada la naturaleza de su trabajo. Deberíamos llamar a las comisarías, para comprobar que, en caso afirmativo, no hayan sido demasiado maltratados. Eso nos tranquilizaría a todos.
Suena el timbre. Los alumnos vuelven a clase, desquiciados. A ver quién les aguanta ahora el mono.

miércoles, 14 de abril de 2010

s/t

Hermanos míos,
hicimos un trato.
Durante el curso
os enseñábamos a volar,
a arrastraros,
a contar ovejas,
a no reír las gracias.
A cada uno os decíamos
cuál era vuestra gesta.
Y, a cambio,
teníais que salir a la calle
a gritar.
Id y triunfad.

martes, 13 de abril de 2010

El café derramado

El uniforme les delata.
Sus movimientos son torpes.
Alguno de ellos, retardado.
Posan constantemente.
Muy en serio todos se toman
a sí mismos.
Podrían vender biblias,
o lavadoras, o torniquetes.
Un poco de azúcar glas
sobre los pantalones
y un estallido de furia.
Mi bolígafo arde al verlos actuar.
Y nadie les ha llevado la contraria.
Nadie les ha hecho olerse.
Desde pequeños
nadie, en todas su vidas,
les ha obligado a mirarse
detrás de la corbata.

domingo, 11 de abril de 2010

¿Quién manda en la escalera?

Pascual vuelve a encontrárseme por la calle y me vuelve a preguntar si a mí me molesta por la noche la radio del ascensorista. Y yo le digo que su viejo perro huele muy mal, que lo limpie, le haga la eutanasia o lo suba a casa en brazos. Que yo nunca seré un aliado para sus triquiñuelas. Le pido un chicle.
Me dice que él se despierta con la radio, porque se acuesta antes de las doce. Que su mujer se queda en el ordenador, desnudándose. Me da el chicle. Me lo intenta poner en a boca, pero pienso que sus dedos deben oler a perro muerto.
Me despido de él y voy a por el periódico. En la papelería, la mujer del cartero ríe poseida. La contemplo preguntándome si todos los barrios son como éste. El kiosquero disc-jockey me saluda  haciendo vibrar los altavoces. Un poco más.
Cuando se van los niños que estaban delante de mí, cargados de chuches y cervezas, nos quitamos las camisetas y nos fotocopiamos las axilas.

jueves, 8 de abril de 2010