miércoles, 22 de abril de 2015

Mermelada de impávidos

Sonríen.
Pese a la angustia,
la frustración,
la injusticia,
la largamente aceptada
denigrancia.

Pese a todo ello,
están bien tranquilos
pues nos tienen bien atados.

Si nos portamos mal,
nos castigan sin internet
o sin huevo kinder.
Y hay límites de los que no debemos pasar.
No hay reacción resultante,
ni choque de fuerzas,
ni asalto final a sus laboratorios sociales.
¡A la mierda la ciencia y esas patrañas!
¡A la mierda la ética, las artes y esas pavadas!
¡A la mierda el solsticio, hombre ya!

En la retaguardia
tienen mejores máquinas de café.
El día que tenga ganas de andar,
lo mismo comienzo algo.

domingo, 19 de abril de 2015

¡Estoy rodeado!

Llega el alba,
cuando los pájaros exóticos toman el sol
el la gran jaula esférica.
Los autómatas antorpomorfos
libran de nuevo la lucha
que nunca llegarán a ganar.

Entre réflex, bostezos
y batidos de proteínas.
La repetición,
siempre la repetición.

Al alba, insisto,
los autómatas buscan a su manera,
entre sus cuerpos curtidos,
y la quema de molestos carbohidratos,
que no les gustan.
De paso, salir del gran grupo,
desmarcarse del resto de las heces de Dios.
Tener algo que enseñar
en sus sucias, vacías vidas.

Persiguen un canon de belleza euclídea,
un sinsabor aséptico,
una lesión incapacitante,
un motivo para que alguien,
entre la chusma irracional,
los mire.
¡Quién sabe!

Si alguno de ellos intentara,
alguna vez, sonreír
¡o cantar!,
la sociedad, tal vez...
Sin embargo, se miran de nuevo al espejo
y se dicen que lo están consiguiendo.

lunes, 13 de abril de 2015

Se equivocan

Se equivocan.
Dan la vida por nada.
Dan la vista por nada.
Dan la nada por nada.
Y luego reclaman
sin pedirle cuentas al rey,
sin enfrentar miradas a los agresores
saturando las oficinas de objetos perdidos.

¿He dicho que se equivocan?
Y no tengo manera educada
de indicaros
que me aburren.
Miro por la ventana.
El viento
mueve las antenas de los coches.
¡Quiero mi chaqueta!
¡Ahora!