Ya comenzaba a estar cansado
de la incierta danza del destino,
de los reporteros y de los chamanes.
Del agua embotellada y de la geodesia.
Ya no puntuaba en la clasificación mundial
de ciudadanos satisfechos.
Ya no corría detrás de los autobuses,
no abusaba de mi capacidad,
no publicaba mis principios,
no alargaba las conversaciones con personajes ficticios.
No veía ni una estrella.
La decisión es en firme.
He decidido volver a hacer encuestas,
a rasgarme las vestiduras,
a asar calabazas.
Ñandús de todo el mundo, preparaos.
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.