viernes, 15 de enero de 2016

Poner el lavavajillas

Poner el lavavajillas.
Hacer que todo cuadre.
Conseguir que funcione.
Esforzarse al máximo
para no tener que lavar a mano
cosas que ya se han lavado.
Dejar pasar las aspas bajo montañas de loza y alimentos.
Administrar, de manera sabia,
espacios y turnos
tratando de obrar con sabiduría,
siendo ecuánime.
Jugar a ser el demiurgo protector que tiene las piezas contadas
de vidrios y porcelanas de distintas colecciones.
Reproducir las leyes universales de la física
en el interior de un electrodoméstico de gama blanca.
Pongo el lavavajillas
ordenando cada una de sus piezas.
Durante un instante
somos lo único que existe en el universo.
Pongo el lavavajillas
y me convierto en el heraldo de la entropía,
un ser superior que juega al tetris con vuestras vidas
para que, por la mañana,
todo pueda continuar.

martes, 12 de enero de 2016

Como pingüinos en coches de choque

En sus zapatos brillan sus caras tristes.
Sus caras reflejan sus vidas.
Sus vidas son grises, como sus ojos.
Sus ojos  nunca miran a los tuyos.
Tus ojos miran sus caras tristes,
donde brilla la luz de sus zapatos.

Se debaten entre el nuevo limbo que es sus vidas
y la programación mainstream que verán esta noche.
Y juzgan, vaya si juzgan a la gente.
Por su peinado
y por sus zapatos.

En sus zapatos brilla su mundo
deembustes diarios.
Temen al silencio,
no sea que oigan sus voces internas
pidiendo socorro.
Temen estar solos,
no sea que llegue el silencio
y vuelva la dichosa voz ahogada hace tanto.
Para poder ascender
sin saber hacia dónde.

Mientras, el lustre de sus zapatos
es mucho más brillante
que el de sus miradas,
que el de sus sonrisas.