viernes, 26 de marzo de 2010

Alergia al dulce

Hacíamos cosas para ganarnos el infierno.
Íbamos al estanque a dar de comer a las pirañas ¡Cómo saltaban! Éramos felices dando un paseo al aire libre hasta que pasó por allí el repartidor de butano e intentó agregarnos a su red social. En ése momento me fui a la librería. a manosear tomos gordos. De esos que nunca se compran por el elevado precio y por no ir cargado hasta casa con ellos. Por ése mismo motivo, tampoco se roban nunca. 
La dependienta me sonríe cuando estornudo sobre un monográfico del barroco. Abro otro sobre el renacimiento y también estornudo. Así que comienzo a abrirlos todos cronológicamente desde el arte rupestre. La dependienta, al ver lo ocupado que estoy, me ayuda a encontrarlos. Sabe mucho de historia. A veces, ya tiene preparado el siguiente libro antes de que yo deje el anterior. No paro de estornudar hasta llegar a los prerafaelistas.
Mañana, vendré y lo intentaré con la literatura.

viernes, 19 de marzo de 2010

En el portal

El más gordo de los entrenadores del equipo de fútbol del barrio es, sin duda, el que mejor voz posee. Bajo al campo a preguntarle qué aspiraciones tiene en la vida, pero decido no salir del portal. Éste hace efecto cueva y se está muy bien en él.
Desde el cristal veo cómo los niños le dan de merendar a sus madres en el parque. Se encuentran intercambiando cosmovisiones mientras ellas se columpian. De vez en cuando, les gritan, y ellas acuden a morder un trozo de bocadillo de mortadela. La que se lo acaba todo puede comerse una piruleta.
El padre de todos ellos vuelve con un azadón y una cebolla. Esta noche cenarán todos bien.
Veo también el pasacalle. Todos están muy contentos. La fallera mayor recibe un disparo en las costillas. Cientos de falleros la protegen. Todos quieren ser el siguiente. Como veo el montón, no lo dudo más y me lanzo encima. 
La sala de espera de urgencias se llena de falleras por operar.  Organizo un concurso de sambori entre los familiares de las heridas. La preocupación no les deja guardar el equilibrio.

sábado, 13 de marzo de 2010

El imitador de Ángel Cristo

Cuando salgo de casa a comprar frutas me cruzo con el buzo que vuelve de correr. Va hecho una sopa. Compro los nutrientes y voy a por un Kebap. El kebapero me pregunta qué tal me va, por cumplir. Le contesto que bien. Me pregunta cuál es mi oficio. Le digo que maestro y me cuenta que en su Pakistán natal los maestros le pegaban con varas y cogió miedo a estudiar. Y que por eso está ahora aquí, poniéndome picante en el rollo.
Al día siguiente, vuelvo al Kebap, estoy a dieta.
Mientras pasa la máquina ésa tan graciosa por el rollo de cordero me pregunta si me va bien en el trabajo. Le digo que se hace lo que se puede. Me pregunta en quñe trabajo y le digo que soy bombero. Él me cuenta que en su Pakistán natal los bomberos le pegaban con varas, y que les cogió miedo. Yo le digo que gracias a eso, él hace ahora esos kebaps tan adictivos. 
Él sonríe y añora su casa.

viernes, 12 de marzo de 2010

s/t

Ante el gran mastodonte de hormigón
un hombre solo, valiente,
se detiene.
Respira.
Mira a su alrededor.
Escribe un poema
en su PDA.

lunes, 8 de marzo de 2010

Venganza en el portal

Ésta vez, cuando el archiduque me habla, lo hace con respeto. Porque sabe que sus motivaciones son para mí granos de arena. El ascensor tarda una eternidad mientras, sinceramente, me cuentan naderías. Admiro su pasión por las cosas materiales, al igual que él se admira a sí mismo, y a su apariencia de gallo subalterno. Y yo lo siento mucho por la archiduquesa. La cual ni siquiera debe saber que hay hombres no dependientes de aceptación social, con vida propia.
Algo hay que arreglar en la finca. Con toda mi concentración, al fin consigo pensar en mis cosas, hacer que sus palabras caigan en saco roto. Visualizo una enorme taza de colacao, en la que caen desde lo alto los nadadores. Casi no salpican. Ha dicho escaleras. Por las cuales salen los nadadores. Un mozo les acerca toallas, para que se sequen antes de que suelten el toro. Ha dicho vergüenza. La que sienten mis tobillos ante tanta parfernalia.
El ascensor llega. Me disculpo. Le digo que necesito ir al baño, que le aprecio en toda su dimensión.