viernes, 29 de julio de 2011

Ascensor

Debido a que no quiero que hoy me sermoneen, me cuenten sus planes para conquistar el mundo, tristezas, alegatos políticos o riñas vecinales, he decidido evistar a todos los vecinos posibles y bajar en ascensor.
Por si no me fuera suficiente, en cuento entre en el habitáculo, pese a que oigo como los del piso de abajo salen de casa, toco el botón del sótano en lugar de dejarme llevar. Ellos advierten mi jugada y, dispuestos a desenmascararme, bajan por las escaleras haciendo el mayor ruido posible con sus chancletas. 
Segun voy descendiendo pisos, los oigo más y más cerca. Me van a alcanzar. De eso estoy totalmente seguro. No quiero verlos. No tengo ganas de ironizar con sus comentarios. Una gota de sudor frío corre por mi frente.
¡El botón de parada! El botón del quinto piso y oigo cómo las chanclas se alejan.
Salgo del ascensor y corro por el pasillo hacia casa. No atino con la llave. Los nervios no me dejan actuar.
Entro en casa a trompicones y, apenas cierro la puerta, me desmayo en un charco de babas.

miércoles, 20 de julio de 2011

Verano, hace una década

Bambábamos por las calles
ebrios
haciendo el gilipollas con las estatuas,
orinando entre los coches,
practicando esgrima con sus antenas.
Buscando cuerpos turgentes
en los que desahogarnos,
donde acabar con el atropello
y la frustración
y, por unos momentos, creer.

Inmersos en misma desesperación
que nos llevaba de vuelta al bar,
donde capitulábamos periódicamente,
dejando las armas y la ignonimia
apiladas en la puerta.
Para luego, al salir, equivocarnos y recoger
las de algún otro.

Nos subíamos a los pedestales
a declamar
causas justas, amores venideros, quejas surreales.
Y nos tiraban tomates.

jueves, 14 de julio de 2011

¿Quién apagó la luz?

No nos dejaban soñar
más de la cuenta.
Éramos sólo contenedores
de sus patrañas.

Alguien resumía mis textos.
Alguien se escondía
entre aparatos ionizadores de agua
y nos tiraba pelotillas de papel
con su cerbatana.

Se esperan lluvias intensas.
Haré el té.