viernes, 26 de marzo de 2010

Alergia al dulce

Hacíamos cosas para ganarnos el infierno.
Íbamos al estanque a dar de comer a las pirañas ¡Cómo saltaban! Éramos felices dando un paseo al aire libre hasta que pasó por allí el repartidor de butano e intentó agregarnos a su red social. En ése momento me fui a la librería. a manosear tomos gordos. De esos que nunca se compran por el elevado precio y por no ir cargado hasta casa con ellos. Por ése mismo motivo, tampoco se roban nunca. 
La dependienta me sonríe cuando estornudo sobre un monográfico del barroco. Abro otro sobre el renacimiento y también estornudo. Así que comienzo a abrirlos todos cronológicamente desde el arte rupestre. La dependienta, al ver lo ocupado que estoy, me ayuda a encontrarlos. Sabe mucho de historia. A veces, ya tiene preparado el siguiente libro antes de que yo deje el anterior. No paro de estornudar hasta llegar a los prerafaelistas.
Mañana, vendré y lo intentaré con la literatura.

1 comentario:

Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.