Ya parece Navidad:
anoche más pronto,
las lucecicas de las farolas están encendidas.
Veo gente en plumífero por la calle.
Caravanas de coches de gama alta atascados
como si fueran a cenar a casa ajena.
En los parques brotan litronas,
del puente caen cáscaras de pipas
que tratamos de cazar al vuelo, con la lengua.
Todos se abrazan por las calles, como si,
en lugar de odiarse, se perdonaran.
Ya parece Navidad:
los niños se abalanzan sobre los coches
esperando la llegada de la indemnización.
Los hipsters cuidan sus barbitas.
Dentro de nada,
no se podrá quedar uno inconsciente en la calle,
por el riesgo claro de congelarse.
Llamamos al vecino del quinto, el del alambique,
le daremos turrones de los duros.
Todos engordamos innecesariamente.
Los sueños, las promesas...
hay que inventarse nuevos retos para enero.
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