domingo, 23 de enero de 2011

El corcho maldito

Han colocado en el portal un corcho a modo de tablón de anuncios y novedades. En él, dice el arquitecto, podemos dar a conocer todas las cosas  interesantes que nos van sucediendo. Y así todos estamos al tanto de lo que les ocurre a los vecinos. Adivino rápidamente su anhelo de cotilleos y de búsqueda de puntos débiles de los vecinos y me inclino a pasar de su iniciativa.
Los días siguientes, todos los vecinos aportan sus novedades. De esa manera, me entero de muchas cosas que poco me importan, como la comunión de la prima de los del segundo, a la que no conozco. O de la próxima oposición del joven prometedor que está muy gordo y vive en el séptimo.
Cada vez que me encuentro con un vecino me insta a intervenir, a compartir mis particularidades. Y yo siempre contesto que tengo que ir a hacer la compra, o a buscar trabajo, o a lavarme el pelo. O lo que sea...

El corcho evoluciona. Ahora es un punto de desencuentros. En solo una semana se ha convertido en el lugar donde los vecinos se quejan unos de otros. Empieza a interesarme. Coloco desafíos a muerte entre gente que no existe. Los vecinos los arrancan, pero me da mucha risa.

Ahora se insultan directamente. Dos semanas han bastado para que cambie totalmente el objetivo del corcho. Muy poco han tardado en quitarse la envoltura social. En qué poco tiempo los alienados han demostrado su verdadera cara. Pego poesías y viñetas cómicas. Pero también desaparecen.

El corcho ha amanecido quemado. Es el fin de un sueño, el final de un invento que fue creado con la mejor (y más hortera) de las intenciones. Y que por poco acaba con una guerra civil entre vecinos. Nos reunimos todos en el bar. Bebemos para intentar olvidar...

1 comentario:

  1. ¿decía usted algo del facebook? ah, no, disculpe...entendí mal

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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.