sábado, 3 de octubre de 2009

El viejo Bisagre

Siempre que la casa de campo estaba tranquila, al asomarnos por la ventana veíamos venir desde las huertas al viejo Bisagre.
He de admitir que Bisagre no era de trato fácil. Le veíamos porque era el nosequé de mi abuela, nunca por gusto.
Una vez llegó a decirme que me apreciaba, o que estaba haciendo bien alguna cosa. No recuerdo.
Siempre tenía una crítica destructiva para sus vecinos, o para su entorno. Nunca parecía contento. Siempre estaba dispuesto a ayudar, pero a su manera. Solíamos rehuirle al máximo. Los mayores nos reñían porque lo hacíamos de forma descarada. Ahora comprendo que nos lo endilgaban para no estar con él. Y, encima, los muy hipócritas, nos echaban la bronca a nosotros. Y es que bisagre era un imbécil antisocial. Si no hubiéramos sido niños muy inteligentes, superdotados diría yo, no sé qué hubiera sido de nosotros.
Cualquier cosa estaba mal para él. Nos reñía sin piedad, demostrando su mala condición personal, desahogándose con niños indefensos. Llegamos a sentarnos sin hacer nada para que no nos riñera. por hacer las cosas mal. Y, entonces, nos riñó por no hacer nada.
Hoy aún me acuerdo de Bisagre cuando hago cosas impropias de Hombres, como escribir poesía, o pararme a contemplar los charcos. Aún hoy me despierto en mitad de la noche viendo al Bisagre más deplorable y mal encarado aprovechándose de niños indefensos para descargar sus traumas y obsesiones.
Éramos psicólogos. Éramos santos. Para Bisagre hubiéramos podido ser un comando de terroristas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.