viernes, 16 de marzo de 2018

Barcelona

Creí que no lo iba a conseguir.

He conocido subidas y bajadas,
He fotografiado plazas y patos rubios.
He hablado con el de los algoritmos.
He dormido en los trenes.
Me sangran las manos de dibujar.
Los lápices ya no tienen ni tinta.
Voy a pedir un bocata para el tren,
le haré un boceto al camarero.
Tendrá que durarme cien kilómetros
y, luego, la manzana.
Vuelvo a Valencia a ver La Afrenta.
Mis ropas huelen a cerrado.
Mis callos rebosan vida.
Soy un madelman del arte,
un ser que se hace pasar por viajero con gorra.
Un ratón de librería y tienda especializada.
El Gótico estaba lleno de gente pálida,
gente insulsa y fotocopiada,
el metro estaba lleno de maletas,
las plazas bullían de lecheras.
Los museos cerraban demasiado pronto.
Los alumnos acabaron sonriendo
y tirándose por el suelo.
La batería no ha durado lo que dijo el fabricante.
Vuelvo a Valencia, a esperar.

Pero, al final, me he rehecho.

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