Debate,
saludo,
débito.
Si una sola poesía surgiera,
si un solo retrato del natural,
de la deglución de un café
en lugares públicos
bien ganado estará el alquiler
del tiempo,
de la taza,
del aura.
Diábolo,
adoquín,
bandoneón.
Queda, no más,
agradecer al resto
por su bendita indiferencia,
su belleza, su miseria,
su amor a los dispositivos electrónicos
y su absoluta falta de curiosidad
a fin de salvaguardar
el trabajo del artista.
¡Vivan los cafés!
¡Vivan los desayunos populares!
¡Vivan las tarifas de datos infinitas!
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.