lunes, 14 de junio de 2010

Luego nadie tiene limpia su terraza

Vuelvo acalorado al portal, huyendo del terrible sol de junio y compruebo que algún imbécil se ha dejado la puerta abierta. Así que ya no hace efecto cueva y se siente el poniente tan fuerte como en el exterior. Atrás quedan los tiempos en los que todos los vecinos nos bajábamos al portal, a estar fresquitos. Y cuando el señor Francisco puso una bodeguilla... 
Inmune a semejantes nostalgias subo a casa eludiendo como puedo al vecino que  surge del ascensor y me pide amistad.
Nada más despojarme de los zapatos tengo una llamada. Una niña tiene un examen al día siguiente. Me llama su novio. Y me indica que estará presente durante la clase.
Teleprofe resuelve dudas logarítmicas, al novio le enseño a hacer haikus. Les dejo muy contentos con sus nuevas habilidades. Me pagan gustosos. Les gustaría poder pagarme más. Yo quiesiera pasarme la tarde leyendo. Él hace el pino puente en señal de gratitud, no me quejo. Yo les digo que se parecen mucho, que si van a seguir siendo novios deberían hacerse un chequeo genético. Les doy la mano, sonríen, les miro a los ojos.
Les ordeno que coman mucha fruta.

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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.