sábado, 13 de febrero de 2010

sábado, 13 de febrero de 2010

La señora me pone un helado de mora y café. Su bigote es único. Me quedo fascinado, mirándolo. La gente no puede aguantar la admiración, así que la señora comienza a ponerse nerviosa, incómoda. La mano se me llena de chorros de pistacho descongelado porque alguien ha dejado encina de mi helado el suyo. Al parecer, no le gustaba. Durante unos minutos me hace mucha gracia acordarme del señor Cabecitadepera, el protagonista del grito de Munch. 
Me sacan de la heladería en una carretilla, así que vuelvo a casa.
Con la mano pringosa saludi al nuevo presidente de la finca, al cual admiro sobemanera. Sabe lo que me pasó en Guatemala y me mira compasivo, dándome palmadas en el hombro. Yo le hablo de su mujer, y de ése capitán de barco que ahora revisa las instalaciones del gas ciudad.

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