sábado, 15 de septiembre de 2012

Bohemia de lata


Tuve que fingir y fingir.
El primer problema era el sol de mi ciudad
siempre brillando, siempre ahí, con nosotros.
Iluminándolo todo, no dando lugar a las nubes
ni a la lluvia ni a los elementos.
¡Así no se puede buscar la melancolía
romántica de los norteños!

El otro problema era que no me encontraba
que no era mi lugar, ni mi medio.
Se me daba mal trasnochar,
no atinaba con los taxis 
y luego no encontraba las palabras.
No podía pasar el día quejándome.
Yo quería ser un poeta maldito,
pero la decadencia me daba risa.

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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.