Nuestra obsolescencia,
nuestros madrugones,
nuestros metatarsos
rotos en la faz de
tantos y tantos
jugueteros irresponsables.
Íbamos de papeleos
por todas las instituciones.
Mucho sudamos,
mucho reímos,
pero siempre habíamos sido
el ojito derecho de nuestros contertulios.
Hasta que se nos acabó el crédito.
Eramos jóvenes
hata que parió la abuela.
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.