miércoles, 20 de julio de 2011

Verano, hace una década

Bambábamos por las calles
ebrios
haciendo el gilipollas con las estatuas,
orinando entre los coches,
practicando esgrima con sus antenas.
Buscando cuerpos turgentes
en los que desahogarnos,
donde acabar con el atropello
y la frustración
y, por unos momentos, creer.

Inmersos en misma desesperación
que nos llevaba de vuelta al bar,
donde capitulábamos periódicamente,
dejando las armas y la ignonimia
apiladas en la puerta.
Para luego, al salir, equivocarnos y recoger
las de algún otro.

Nos subíamos a los pedestales
a declamar
causas justas, amores venideros, quejas surreales.
Y nos tiraban tomates.

1 comentario:

Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.