Ya estaban criados.
Tenían sus propios métodos
y no necesitaban escuchar.
Nos enseñaban sus pedeás
y sus corbatas.
¡Quién no hubiera bajado la cabeza
ante tamañas demostraciones de saber!
Tenían la razón, tenían el poder.
Controlaban toda la cinta aislante
que se vendía en la provincia.
Eran serios,
nos miraban por encima del hombro.
Cuando hablaban, callábamos.
Cuando los recordábamos, reíamos.
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.