Como una cucharada de mahonesa
que inunda to paladar
y llega a tu epiglotis.
Como contubernio
que con suerte y tiempo
se disipa entre la niebla.
Como un balón intragástrico,
diseñado por los mejores
para llenar de aire tus vísceras
y tus ideas.
Así es el verano.
Tiempo de calor,
de sudar solo para continuar vivo.
De despertar de la siesta de golpe.
Sin saber donde estás,
sin saber qué ha sido de tí y de los tuyos.
Jadeando y chorreante,
con los sentidos embotados.
Deseando, por momentos,
haberte quedado
en la órbita donde estabas.
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.