Ya nadie nos tose.
Somos más rápidos que ellos.
La vuelta a casa con esa sensación de famélica victoria
entre tantos arreos por estrenar.
Aquella reunión en la cumbre
de talentosos no censados.
¡Cuántos secretos guarda nuestra querida rotonda!
A veces, pego un fuerte golpe en la mesa
sólo para ver cómo se callan.
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.