jueves, 12 de agosto de 2010

La antena sobre el puticlús

En el barrio estamos muy orgullosos de nuestro Puticlub porque, aunque algunos no lo visitamos, sabemos que se encuentra entre los mejores de la ciudad, y ahí entra el orgullo de barrio. Siempre es bueno ser de los mejores en algo. Los clientes salen orgullosos de su visita, subiéndose la cremallera con energía, mirando al horizonte con confianza.
Yo les hago fotos, por si alguna vez ando mal de pasta y he de chantajearlos.
Vaya todo esto por delante a modo de introducción, antes de comenzar el verdadero relato.
La Madam se cruza conmigo por la calle. Intento no enfadarme cuando me dice que si tengo un minuto porque sé positivamente que será más de uno. Así que, cuando accedo, me siento en un bordillo. Tengo la boca seca porque hoy no he bebido agua. Ella cree que me pone nervioso, y me cuenta nosequé de poner una antena de telefonía móvil en el tejado de su club. Yo le hago un somero resumen de la balada de Balder, el bravo. Y ella se va a su casa inquieta, creo, pensando en cómo interpretar mis palabras. En la posible moraleja de mis sabias lecciones. Pensando si votaré, en la asociación de vecinos, a favor o en contra.

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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.