El uniforme les delata.
Sus movimientos son torpes.
Alguno de ellos, retardado.
Posan constantemente.
Muy en serio todos se toman
a sí mismos.
Podrían vender biblias,
o lavadoras, o torniquetes.
Un poco de azúcar glas
sobre los pantalones
y un estallido de furia.
Mi bolígafo arde al verlos actuar.
Y nadie les ha llevado la contraria.
Nadie les ha hecho olerse.
Desde pequeños
nadie, en todas su vidas,
les ha obligado a mirarse
detrás de la corbata.
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.