Ven cuando quieras, hombre.
Cuando tengas un hueco, me vale.
Beberemos como cosacos
y acabaremos rodando cuesta abajo,
mareados, perdiendo el sentido.
Cantaremos hasta que nos inviten a un chupito
para terminar la velada abriéndonos paso a puñetazos
buscando la salida de emergencia,
como en los viejos tiempos.
Tú tienes la puerta abierta.
Yo, por mi parte,
voy entrenando...
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Ya vale de leer sin decir nada. Manifiéstate.