un poema escrito
la mañana ha merecido la pena
miércoles, 29 de mayo de 2019
viernes, 30 de noviembre de 2018
lunes, 19 de noviembre de 2018
Cefaleas También.
Nuevo programa de radio.
En Ruzafa Radio. todos los martes a las 18:00 (para oírlo en directo, click en la imagen).
Todos los podcast en iVoox. . Cefaleas También.
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miércoles, 31 de octubre de 2018
Rutina diaria
Soñamos con meter a los futbolistas en el horno
a ver si se cuecen las ideas de sus seguidores,
con aprender a delinquir de oído.
Soñamos con el viaje soñado,
con las colas para facturación de alegrías.
Despertarse por la mañana, e invertir.
Todas las mañanas, lanzamos al aire suspiros.
Todas las tardes, los recogemos del suelo.
Caídos, devaluados, pisoteados
por los caballos de las carrozas de nuestros amos.
Cuando cae la noche,
los políticos fingen normalidad, y tiemblan.
Algunos se orinan en sus sábanas.
Otros se quejan de escorbuto o gota,
sufriendo orgasmos pensando en el concepto de poder.
Vuelve la luz del día.
La luz que custodia la puerta del garage, parpadea.
Un coche va a salir.
jueves, 25 de octubre de 2018
retropoema oral
Este es un poema
para declamar,
para, con voz alta
y grave, casi afectada,
decirlo a los
cuatro vientos.
Para que no se
quede en el tintero
ni en la hoja, ni
en la retina.
Recítalo con
música:
No lo leas para
tí, no. No lo susurres, no.
Este poema nació
para la oralidad.
Es sonoro, duro,
concreto.
Este poema tiene
las cosas claras.
Su consistencia,
su deseo de
convertirse en
onda sonora
debe ser
respetado.
No te lo quedes,
no. No lo coartes, no.
Este es un poema
oral,
que transciende de
la simple lectura.
Désele, pues, al
poema
su solución más
lógica.
Libérese de las
ataduras del papel
y compártase con
los que puedan oírlo.
Emítase.
De viva voz.
miércoles, 8 de agosto de 2018
Aparcamientos
Desde que vimos el episodio piloto de "Aparcamientos", el arquitecto y yo vamos de cuando en cuando al centro comercial a pasar el rato. No tocamos tiendas, sino que paseamos por el subterráneo, identificando similitudes y haciendo bromas. Pascual no viene, porque no conoce la serie. Y el archiduque ni ha venido, ni vendrá. Porque solo se desplaza en tasis. Jamás ha pisado un aparcadero.
El caso es que saludamos con efusividad al que cuida las escaleras mecánicas, que siempre es el mismo, no importa la hora ni el día. Y así, se da cuenta de que alguien sabe que existe. Que no es una parte más del moviliario de esa zona límbica que conecta el subsuelo con la vida real, con las tiendas.
Caminando y abriendo puertas escondidas, a base de la observación, de la imaginación, de la semejanza y la simetría, hemos llegado a establecer similitudes con el glorioso piloto de la serie.
Un nuevo mundo lleno de peligros, de situaciones de descontrol y de romances se ha abierto ante nuestros ojos.
Por ahí viene el encargado. Alto, con cara de distraído, con el pelo teñido de ese color azulado que no creíamos que se siguiera usando. Busca una segunda oportunidad después de joderle la vida a su familia con el alcohol. Un antiguo amigo que ahora mueve mucho dinero le ha puesto al frente de este polvorín. Nadie sabe como acabará esto. En su taquilla guarda una botella de ginebra que abraza de vez en cuando, cuando el final del día les ha pegado una paliza a todos, y piensa seriamente en abandonar.
Suena el teléfono de la caja central. Hay problemas en Sótano 3. El encargado de mantenimiento baja presto con el maletín. No saben qué puede ser. El encargado abre su taquilla y vuelve a mirar la botella. Un compañero más joven e inexperto se queda al frente de la garita. Tiene la pretensión de ticar los descuentos y cubrir las bajas de los otros dos el tiempo que sea necesario. Aprieta la mandíbula, los maseteros están a punto de explotar. Es la única figura visible en toda la zona, si exceptuamos al de las escaleras, que no se mueve jamás. El peso de todo el aparcamiento reposa sobre sus hombros. Ha tenido que compaginar esta tarea con ir a recargar de tickets la barrera de entrada Sur.
La señora malencarada de la barredora pasa de vez en cuando, ajena a la crisis formada. Desmonta si se acaba el agua de la máquina. Nadie sabe su nombre. Solo el que paga las nóminas en la central de las centrales. El encargado la mira bien. Pero nunca le dirá nada. Ya ha fastidiado la vida de una familia con su frenesí. Son dos seres pasionales condenados a vivir en dos rectas paralelas.
Empieza a anochecer, todos están reventados a causa de la acción de la jornada. Se escucha la música de los títulos de crédito. Todos recogen.
Y ahí llega el cliffhanger que nos hará volver en los siguientes días a seguir ávidamente la serie. La barrera de salida se desploma sobre el parabrisas del coche que salía justo delante de nosotros. El conductor sale del vehículo, desorientado. El encargado viene corriendo, ya vestido de paisano. Al ver los destrozos, se tira al suelo, de rodillas, rezando a la tubería de aire acondicionado, pidiéndole explicaciones al destino. "¿Por qué? ¿Por qué?"
viernes, 13 de abril de 2018
Contestando mails.
OK.
Esta tarde, cuando acabéis la reunión, me dices.
Si no hay cambios, todo seguirá igual.
Si los hay, tendremos que hacer variaciones.
Un saludo.
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